Tal día como hoy, durante y desde que yo tengo uso de razón, era un día muy especial, algo que ya sabía siendo pequeño, pero que ha adquirido mayor dimensión ahora que he crecido lo suficiente. Tal día como hoy, todos los años, ÉL me llevaba a hombros, y recorriamos todas las calles y cuestas por las que desfilaba el gentío. Cargado con un niño a los hombros, era incesante en su caminar, no habia una palabra, solo pasos, alguna voz de vez en cuando y poco más, solo era contínua la música que nos acompañaba. Luego fuí creciendo con el aumento de peso que conlleva, de ahí fue pasando a cargar conmigo en sus hombros tan solo en los descansos que se hacían o en determinados puntos. Recuerdo cada línea del camino, el olor a algodón dulce de plaza, la orqueta haciendo pruebas cuando el gentío se alejaba, las zapatillas con luces en los talones que brillaban en la oscuridad de la noche, que ardía por momentos porque el verano ya había llegado. Y ahí seguia ÉL con su paso firme, sin decir apenas palabra, algo que siempre le había caraterizado, y que lo hacía especial. Con su pelo canoso, ondulado, casi rizado, y con un niño de la mano. Luego ya con el estirón dado, olvidó cargar conmigo a los hombros, tarea que ya se presumia imposible. Por ello el camino se hacia del mismo modo, la misma gente, el mismo ambiente, y los dos de la mano, inseparables. Ahora ya recuerdo, los mismos olores, pero con diferentes matices. El matiz de cambiar el colchón inflable, por los escarceos con las chicas del pueblo. De cambiar el algodón de azúcar por la primera cerveza... y así con tantas cosas... todo cambiando a mi alrededor,dentro de mi, pero con ÉL siempre de mi mano. Y bien, ya no recuerdo bien el año concreto, o no quiero recordarlo, en el que ya ni su mano, ni sus hombros, ni su pelo canoso, ni sus ojos castigados me acompañaban en el trayecto. Aquel año, que por primera vez falté a la cita anual, y ÉL también aunque estaba más que justificado. Fue el primer año que te fallé, aunque no estuvieras ya conmigo, la primera falta y juré que sería la última. Pues no es así, tal día como hoy me encuentro a 140 km de distancia del gentío, del olor a algondón, de las chicas del pueblo... Y es que hoy te vuelvo a fallar, con todo el dolor que eso implica, con el sufrimiento que me causa. Estoy lejos de todo aquello, y aún más de ti. Porque donde quiera que estés, es más lejos que cualquier sitio, y frente a eso no puedo hacer nada. Solo recordar que me llevaste de la mano, y aunque hoy ni pueda ni puedas estar allí, los dos estaremos de alguna manera.
Llega el momento en que una sola palabra sirve para desquebrajarte y sentirte inútil. Eres un simple espejismo de ti mismo, que cuando vas a alcanzarlo se burla y desaparece, no eres ni tan siquiera el mínimo resquicio de lo que quisieras ser. Parece que nada de lo que hagas tiene valor alguno ni repercusión en nadie. Es como si pasaras por la vida de puntillas procurando hacer el menor ruido para que no se te escuche. Te da miedo pensar en lo que tienes alrededor, más aún cuando te crees culpable de todo lo que ocurre.
¿Y saben? No es así. Pocos valoran tu esfuerzo, ese que te sacudes cada noche de la espalda, y que cuando te levantas se te agarra a la garganta. Ese que a veces te hace estar solo, rodeado de gente, porque no tienes a quien más necesitas a tu lado, no tienes a quien quisieras abrazar cuando todo no sale como pensabas. El esfuerzo que supones sentirte desplazado y peleando por pasar los días de la mejor manera posible, sin que nadie sepa que hay noches en la que lloras en silencio porque tienes tanto miedo que no es fácil de superar solo, entre 4 paredes. Eso nunca lo sabrá nadie, solo verá tu sonrisa al día siguiente, y así siempre.
Quizá sea conveniente pararse un momento a pensar, y reflexionar que en esta peli no hay ni buenos ni malos. Que la libertad que se nos ha proporcionado no se distorsiona por un fallo, o por una serie de fallos, si no que te hace más fuerte, mucho más de lo que pensaste, y que si no agachas la cabeza todo será, al menos, mucho más llevadero.
Implicado y aturdido, como el verano sin tu aliento.
Aquello que un día fue, ya no es, y lo que será, nunca sucedió. Es así, simple, constante, desgarrador.
Sin la suficiencia que se intuye, ni el conocimiento que se requiere, se ve inmerso en un sin fin de motivaciones, que lejos de ayudar, son congelantes punzadas. No implica aquello que sin duda, nos trae a la mente tan gratos recuerdos, eso queda distante y los pensamientos se amotinan, hacen fortín y el último bastión se pierde en el único Cd que los une.
Como a la guerra, con un objetivo, pero sin empresa. Como al olvido, con tus recuerdos y sin tu aliento, ese que me falta en verano, ese que no espera.
Ayer pasó algo que realmente me sorprendió. Eran más o menos la 01:00 de la madrugada y estaba tendido en mi cama haciendo un poco de zapping como siempre antes de dormir, buscando no se realmente qué. Para mi sorpresa, al poner la 2 de TVE estaban emitiendo el resumen diario que hace la cadena de la jornada de "Roland Garros". Os pongo en situación; era un video de Nadal repleto de imágenes del manacorí en plena acción, pero es que lo soprendente de todo era la canción que sonaba de fondo, la misma que da título a esta entrada, canción del grandisimo Silvio Rodríguez. Hasta aquí todo más o menos "normal", pero no lo es, y quienes hayan escuchado, conozcan y sigan las composiciones del cubano, saben a que me refiero con que no es "normal". No voy a entrar a valorar el contenido de la canción, con las imágenes, ya que quizá no sea de lo más adecuada la unión de ambos elementos, se intuye un simil, que por otra parte es muy aceptable, sobre todo con el título, pero nada más lejos de la realidad, y todos aquellos que conozcan la canción, el autor, y ante todo el mensaje y el destinatario del tema, coincidirán conmigo. Pero con esto seguramente me estoy desviando de la reflexión que quería hacer sobre esto. Anoche descubrí, que para ensablar un resumen audiovisual, hay vida más allá de la música adolescente, americana y vacia. Ayer descubrí que hay gente con sensibilidad en la corporación (¡ojo! aquellos que crean que tengo ningún tipo de afinidad con el ente público). Me entran dudas de si fue algo premeditado, o el simple título motivo la unión (algo que no creo posible, porque me reitero, la canción no es de lo más "normal" como para encontrarla por casualidad). El caso, es que aunque la temática del tema no es del todo apropiada con lo deportivo, hay que reconocer el estilo del responsable de ésto. Es por ello, que tiene mis felicidades, porque quizá Rafa Nada si que sea "el eligido" en su terreno, aunque sin comparación alguna con el protagonista real de la canción. No se si me he explicado, pero es igual, solo quién sabe de lo que hablo, sentirá lo que digo.
Canción del elegido- Silvio Rodríguez (1968), disfrutadla.
Vencedores y vencidos. Postrados frente al triunfo, y con un solo ansia, la que proporciona saberse ganador. No es frecuente enloquecer con la desgracia ajena, por que eleva aquello que odiaste a la máxima potencia, pero si dirias que provoca espamos hormonales, cercanos a un éxtasis que produce mucha más incertidumbre que ventaja. Es una enredadera, como el recuerdo. Por ello, hablas con tu sombra, que te devuelve lo mismo que arrojas, incertidumbre e incertidumbre. Nunca el triunfo estuvo a nuestro alcance, y aún así deseamos que otros no lo tuvieran.
¡Basta ya! Me indigan la mediocridad que provoca creerte vencedor, sin haber participado. Sé coherente, y di que es lo que querías, pero que te postraste en tu sofá para ver como otros lo conseguian por ti.
Este es el inicio, necesitaba publicar este poema de Neruda, porque lo sentía, y porque ella se lo merece, para mi Ángela Adónica.
ANGELA ADONICA. Pablo Neruda
Hoy me he tendido junto a una joven pura como a la orilla de un océano blanco, como en el centro de una ardiente estrella de lento espacio. De su mirada largamente verde la luz caía como un agua seca en transparentes y profundos círculos de fresca fuerza. Su pecho como un fuego de dos llamas ardía en dos regiones levantado, y en doble río llegaba a sus pies, grandes y claros. Un clima de oro maduraba apenas las diurnas longitudes de su cuerpo llenándolo de frutas extendidas Y oculto fuego.
"Crear opinión". Eso me dijo un día mi padre. Que para hacerse notar, se ha de crear opinión, hacer ver a la gente que tienes algo que decir, algo importante. Que en esta vida, sino trabajas, sino intentas llegar donde deseas, estás muerto. Que muy pocas oportunidades ofrece la vida, y las que concede tienen su momento y has de estar en el sitio indicado, y no inmóvil en cualquier punto de tu camino. Que lo que hagas hoy, lo que intentes hacer, o lo que tengas intención de acometer, ha de ser hoy, porque mañana ya es demasiado tarde. Que discenir entre lo que está bien y lo que está mal no haya su limite, sino en lo que cada uno cosidere oportuno. Que si te mantienes inactivo, habrás encontrado el culmen de tus días.
Tengo 22 años, innumerables defectos, muchas mas inquietudes y un sin fin de miedos. Y por eso, y después de algún tiempo, he decidido hacerle caso.
Por que sé que está en lo cierto, porque he olvidado que mi razón de ser se hallaba entre recónditas líneas de mi mente, por que envejezco cada día que no soy capaz de encontrar una palabra, para expresar lo que encierro, por que son tantas las dudas, que espero encontrar la respuesta entre lo que digo.
No sé si lo lograré, si he sabido recoger, archivar y exponer aquellas sabias palabras. Pero sé que todo empieza por ti, tu le diste luz, tu eres mi luz.