
Me apetecía, necesitaba verte hoy.
Por eso deambulé solo por las calles, buscándote. Creyendo que si patrullaba cada esquina, en alguna aparecerías. Esperando un golpe de suerte que te trajera justo cuando ya perdiera la esperanza.
Pero no ocurrió.
Y he vuelto a casa, rápido, como si me fuera la vida en ello, como si nuestras vidas dependieran de ese instante.
Y me he metido en la cama, con la fé puesta en que al cerrar los ojos aparecerás de manera definitiva. Esperando que al menos, en mi mente, aparezcas con el mis esplendor con el que me ciegas.
Entonces habrá merecido la pena.
3 comentarios:
Y ahora que es de día: ¿Mereció la pena?
Espero que fuera asi.
Por muy perfectos que sean los sueños, no hay anda comparable con la "perfección" de la realidad.
Aunque siempre merecen pena.
Los sueños siempre suelen ser mejores que la realidad. Aunque reporten menos que lo real que no es tangible ni verdadero. Pero bueno es lo que tienen los sueños que son sueños.
Y como digo Calderon de la Barca con su gran personaje Segismundo:
"Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?
Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son."
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